Es usual que las mayores trabas en el desarrollo del liderazgo personal sean las propias limitaciones de la persona…

Las que le impiden avanzar hacia el logro a pesar de desear su mejora, con toda el alma.

Y por supuesto, en medio de la ansiedad, la angustia y el agotamiento que imprimen las dinámicas actuales de la vida en la Era Digital…

¡Lleven a que rápidamente se abandone en el esfuerzo de lograr la transformación personal!

Y eso suma, a las ya existentes emociones limitantes, un par de emociones tóxicas más: la frustración y la culpa.

Con más de dos décadas de experiencia como formador dictando cientos de seminarios de liderazgo, pude identificar una solución:

La gran mayoría (si no es que todos) los seres humanos, necesitamos en mayor o menor medida el apoyo de alguien al lado…

Que nos guíe, nos impulse, nos muestre el camino y nos regrese al sendero cuando tomamos un rumbo diferente sin darnos cuenta.

Y de hecho, ese es el factor común de todos los personajes famosos, los deportistas destacados, los empresarios exitosos y los líderes que brillan y disfrutan de una alta calidad de vida.

¡Todos tienen a su lado a un mentor, un coach, un guía, un consejero!